El hijo del Shah Jahan rompió con la
simetría, por venganza, por envidia o por amor, al enterrar a su padre al lado
de Mumtaz Mahal. Ella está representada por una pequeña loza, y el Rey, por un
tintero, símbolo de la mujer como un papel en blanco en la que escribe su
marido. El Shah Jahan vivió sus últimos años prisionero en el Fuerte Rojo, desde
donde contemplaba el Taj Mahal a través de su ventana. En su lecho de muerte, a
los 74 años, pidió que se le colocara un espejo para ver la tumba de su esposa.
Se dice que cuando murió, miraba el Taj Mahal..
.El mausoleo, por dentro, deslumbra menos que por fuera. Igual tiene razones para
impresionar: en penumbra, la cámara mortuoria está rodeada de finas paredes de
mármol incrustadas con piedras preciosas que filtran la luz natural, traduciendo
su belleza en mil colores. La sonoridad del interior, amplio y elevado, es
triste y misteriosa, como un eco que suena y resuena, y nunca se detiene.
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